¿Cómo vivir juntos?
Variación (real) de una idea barthesiana del idiorritmo
Hace un par de semanas que tengo la sensación de vivir en una comunidad utópica al mejor estilo Fourier, situacionista. Una palabra acuñada por la propia comunidad refleja y a la vez representa (¿o acaso nombra?) esta idea compleja de explicar:
Multinomio.
Si bien esta comunidad no es espontánea, viene pautada con una dinámica propia por no decir histórica –horas de trabajo individual, reunión con tutores, horas de trabajo en binomio, se dijo en la primera reunión− supo “reinventarse” en poquísimo tiempo, espontánea.
Todos trabajamos con todos. Ese podría ser el lema multinómico. A veces, literalmente: compartimos un mismo espacio de trabajo (nos movemos de un lado al otro del propio “edificio” haciendo de él un verdadero espacio común). Así, en el curso de la traducción individual, cuando surgen dudas de esas existenciales, nódulos problemáticos dignos de ser presentados públicamente, acudimos a los otros, espontáneos. El intercambio muchas veces devenido en debate es fructífero, intelectualmente alentador, y permite, de algún modo, fluir en la trasposición del texto a la otra lengua.
(Hasta hemos llegado a preguntarle al bebé: “Et toi, qu´est-ce que tu en penses?”)
Comemos “convivialmente” (una palabra recurrente en la comunidad), degustamos grandes menús del mundo, sentados en una mesa larga, coronados por un enorme hogar. Y, en esos momentos, más que una comunidad, el multinomio toma forma de una gran familia, en un domingo invernal. En un lugar impuesto y desconocido pero que también devino ideal.
El multinomio es multilingüe. Pasamos del francés al castellano por ósmosis. Pero no sólo eso. La comunidad, prolífica como es, se dio, quiso explorar límites más desconocidos de otra lengua.
E se parliamo in italiano?
Vado al letto, vabbè, mangiamo ragazzi, presto, buona notte, son palabras que tiñen de esa cosa cantante e irreverente del italiano no sólo un modo de trabajo privilegiado –el de la traducción− sino también un modo de vida.
Gracias, Collège. Infinitamente agradecida por el privilegio de integrar una utopía de comunidad a la vez que cumplo otro sueño, el de la traducción.
Sol Gil